Al irte hacia otras moradas más sublimes, has dejado un inmenso vacío, que solo se podrá rellenar con la cantidad de recuerdos que hemos vivido juntos.
Me vienen a la mente las visitas que te hacía en la oficina del Registro de la Guardia Civil, cuando ejercías la autoridad como responsable de un buen número de Guardias, cargo conseguido por tu honradez y el trabajo e inteligencia demostrados a lo largo de tu vida. Cuántos favores hiciste a las personas que te lo solicitaban y otras por tu propia voluntad, como arreglarles los documentos para que pudieran cobrar la pensión, etc. En esto, se conocía tu bondad para hacer el bien al que lo necesitaba.
En los años que trabajamos juntos, cuántas discusiones teníamos, pues los dos éramos un poco cabezotas, pero siempre con cariño. Tuviste siempre una gran memoria: recordabas fechas, acontecimientos ocurridos dentro de la familia, del pueblo y de la historia…
Me acuerdo, en las muchas veces que comimos juntos, que tu primer plato era “ENTREMESES” y que, en uno de los viajes de mí trabajo en el que me acompañaste, buscando dónde comprar un faria, le preguntaste a un señor, dónde poder comprarlo y nos dijo, que no podíamos negar que éramos hermanos. ¡Qué orgullosos nos sentimos!
¡Cuántas vivencias hemos vivido juntos en bodas, comuniones, la enfermedad de Fili y su fallecimiento, el acompañamiento en algunas curas mías, en las que lo pasabas muy mal… Los viajes que hicimos a Polonia e Italia, fueron inolvidables, aunque costó mucho que te decidieras, aunque después lo disfrutaste. El viaje que hicimos a Portugal y una parte de Extremadura, fueron unos días extraordinarios, cómo cuando me acompañabas a Medina del Campo a la celebración del día de Encuentro de Antiguos Alumnos.
Pero de todas las vivencias que hemos tenido juntos destaca la que hicimos juntos con tú hijo Víctor por los lugares que estuviste de comandante de puesto por tierras Burgalesas. Me sentí enormemente orgulloso de ser tu primo, al comprobar el afecto, el cariño, el respeto y el buen concepto que tenían de ti en todos los cuarteles por donde ejerciste tu labor profesional, dejando una impronta de un gran profesional y excelente persona, al igual que cuando trabajaste de Delineante en el estudio del Arquitecto.
Querido primo Nano, teníamos diferencias en algunos temas de la vida, pero sabes que siempre te admiré por tu inteligencia y por tu honradez. En fin, fuiste un gran trabajador en todas las facetas que desempeñaste a largo de tu vida.
Por todo ello, lamento tu muerte y, como hermano, que así nos considerábamos, te echo de menos y le pido a Dios que te dé un lugar en la Gloria, porque te lo mereces por el bien que hiciste en este mundo.
Hasta que nos volvamos a ver.
Tu primo Máxi