Hace poco más de dos años que esto ocurría. ¿Nos hemos olvidado? Conviene recordarlo para que no se vuelva a repetir.
EL RESULTADO
El estado de angustia es indescriptible, pendiente de esa llamada de confirmación, saber que será de mí en los próximos días. Mientras, no me siento dueña de un cuerpo que alcanza altas temperaturas durante días, las constantes vitales parecen una montaña rusa, ¡ya no puedo
más! Me siento agotada, dolorida, desganada, éstos síntomas hacen mella en mi sistema inmunitario, van a acabar conmigo. Además de la cuarentena generalizada, este aislamiento se me hace eterno y
me obliga a apartarme de todos… me siento sola, muy… sola.
-Rinnnnnn… suena el teléfono! … No soy capaz de descolgar. Tiembla mi voz,
mis manos, mi pobre corazón va a mil por hora, la cabeza a punto de
estallar….¿Positivo o negativo?, esa es la cuestión.
– ¡Si…dígame! – Ahora reina el silencio, – escucho con atención las
instrucciones, -cuelgo el teléfono- mi mundo se ha paralizado repentinamente, suspiro con alivio…. Y arranco a llorar.
