Besana Villoria – Revista digital Besana de Villoria

Pregón fiestas septiembre 2023. Alfonso Prieto.

Buenas tardes, Villoria.
Para mí es una alegría ver a tanta gente, algunos familiares , otros amigos y personas de otros lugares.
Quiero dar las gracias en primer lugar a toda la corporación y al señor alcalde por acordarse de mí para esta preciosa tarea del pregón de fiestas (algo que yo ya tenía olvidado).
Un día me encuentro con Juan Carlos y Alexander, me comentan que habían hablado para que yo diera el pregón, les respondí, que ya se me había pasado el arroz y que juré hace unos años que no lo daría, muy agudo Alexander me dijo, los socialistas prometen, pero no juran.
Me lo pensé y aquí estoy. Ya tengo bastantes años, pero me encuentro como un chaval, la verdad. En mi vida ha habido de todo, sonrisas, lágrimas y mucha paz. Siempre he sido muy positivo porque he estado al borde de la muerte, pero de momento San Pedro va a tener que esperar.
Villoria es un pueblo solidario, sencillo y el que viene ya no se va. Doy gracias a nuestros padres, que nos inculcaron unos valores que no deberíamos olvidar.
Así que, con esta corporación nueva, nos tenemos que hermanar y dejar a un lado los rencores, que todos nos tendamos la mano, porque todos somos amigos y familiares y que la corporación trabaje para el pueblo. Es cuando haremos el pueblo más grande, con más apertura, ¡pero eso sí! comprometiéndonos todos un poco, porque somos bastante apasionados de nuestro pueblo, ¡vamos a ver si lo conseguimos!
Creo que me conocéis todos, si es verdad que soy muy rebelde, vengo de una familia larga y humilde, donde nos hemos querido mucho.
Desde muy pequeñito, empecé a trabajar en Morínigo, tenía 11 años, no sé cómo pude aguantar. Desde que amanecía hasta que oscurecía trabajando y durmiendo en un saco de pajas, no usábamos pijama, no, dormía en la cocina o en algún pajar , donde las ratas andaban por encima de mi cuerpo. Buenos llantos me eché, acordándome de mis hermanos y mis padres, creo que nunca fuimos niños.
Yo no sé cómo aguantaríamos aquellos calores y aquellos trabajos, la vida nos había hecho duros y venía muy bien aquel jornal. Creo que aquellos mayores nuestros tenía tantos niños para matar el hambre. ¡Ahora que sí!, no había un mozo o moza como vosotros, de 1,85 o 1.90cm. de altura, tendría que ser de dos padres. Los de entonces con 1,70cm. como yo, era un lujo porque estábamos revenidos como la avena loca. No había mucho que comer, se estaban pasando canutas. Claro está que han desaparecido las albarcas y los trapos de sacos de Chile que nos hacían heridas en nuestros tiernos pies, que mucho nos sangraban. Era penoso, pero así nos curtimos. A pesar de estos avatares, éramos felices y no teníamos de nada, jugábamos mucho en las calles, no había móviles ni televisión, empezaban por entonces la radio y la televisión. Pocos usábamos pañuelos para limpiarnos los mocos, así que iban a parar a las mangas.
Durante el invierno me ajustó mi padre para un señor, así que mi niñez me la robaron.
Cuando estaba en la escuela había un poco de bullying, había niños muy guapos, bien nutridos y bien vestidos. Yo entiendo que iba un poco desaliñado, era muy picias, pero tampoco los profesores hicieron mucho por mí, algo que no hacían por otros, así que el famoso bullying venía del profesor.
Me gustaban mucho las chavalas, que era algo normal y es verdad que era muy alegre.
Fue pasando el tiempo y los toros que me gustaron mucho, que buenos disgustos les di a mis padres, para luego no ser nada. Fui detenido por la Benemérita varias veces por escaparme de casa, tirarme de espontáneo en alguna corrida y otras cosas más.
A mí solo me enseñaron a trabajar, no había tiempo para hacer deporte, solo el azadón y la hoz para empezar a ser alguien, y tenías que obedecer.
Llegaban las fiestas, aquello era un lujo, era cuando se estrenaban los trajes. Nuestras madres preparaban buenas paellas con conejos y gallos de corral que nos sabían a gloria , y de postre arroz con leche, ¡que no me quiero acordar! Venían familiares de otros pueblos y se llenaban las casas que no sé cómo podían aquellas madres, ¡hacían verdaderos milagros!
En Matacán hice el servicio militar, donde me hice muy famoso, no por buen soldado, si no por las que armaba, pero hice buenos amigos. Así que venía la fiesta y aquí se presentaban en mi casa, diciéndome mi madre, ¡pero hijo, hijo!… Si yo nos los he invitado madre, se han venido detrás de mí. Luego se preparaban los carros para las vacas, aquello era un placer para mí, después los bailes. Íbamos a rondar a las chavalas que te gustaban, echando algún cantar con alguna lata, donde los padres nos abrían, nos ponían una copichuela, con unos moros o perronillas. Con todo su cariño te recibían, era un ritual de amor y amistad, y el que se cogía la mona al pajar de mi amigo Morrullo, se echaba en la paja con una albarda por encima, para que no se quedara frío.
En el ejército dormí muchas noches en el calabozo, me hicieron cabo de la policía militar, con mi pistola al lado izquierdo que me llegaba a los tobillos, que parecía Cantinflas, lo que está claro que el ejército no era lo mío, así que estuve más tiempo arrestado que en activo.
Ya me licenciaron y como aquí no había trabajo, me fui solo a Bilbao, cogiendo el tren en Cantalapiedra. Llevaba una maleta de esparto a rayas más alta que yo, donde me metió mi madre lo que tenía. Viajé en un vagón de madera, esa noche no dormí, cayendo unos lagrimones por mis ojos de la pena que llevaba de dejar a mi familia. Enseguida me puse a trabajar, ya estaban allí mis primos y tíos “Los Gabinos”, a los que tengo mucho que agradecer.
Luego, más tarde, llegaron mis hermanos, donde trabajábamos hasta los fines de semana, se ganaban buenas perras. Me compré un coche, que por poco mato a mis hermanos más de un día cuando iba a trabajar. la verdad es que era muy malo, y me hice un golferas, mis amigos se casaban, así que tuve algunas aventuras hasta que conocí a mi mujer, que es la mejor que tengo, porque solo ha sido ella, pero el destino estaba preparado para conocernos, tener dos hijos y ser felices.
En Bilbao se ganaba dinero, pero se creó un ambiente de miedo y odio por los asesinos de E.T.A que no se podía vivir, la democracia para esta gente eran sus armas, extorsiones, asesinatos. Yo me cogí una depresión de caballo y con lágrimas en los ojos, del País Vasco me despedí, habían sido 15 años de mi vida, porque allí, hay también muy buena gente que no estaban de acuerdo con estos asesinos.
Dejamos muchos amigos que todavía nos visitamos, porque lo que se quiere no se puede olvidar y como yo decía, prefiero comer en mi tierra patatas en paz, que chuletones en guerra.
En el año 1979 nos volvimos a Villoria tres hermanos, allí quedaron más. Nos hicimos nuestras casas y empezamos a galopar sin miedo y con libertad que es lo más grande que hay.
En aquella época, vinieron otros matrimonios al pueblo, y llegaron los siete magníficos, los curas, donde nos integramos todos, salvo alguna zancadilla, creo que lo conseguimos. Hicimos sainetes, charlotadas y comedias, donde mi mujer y otras se juntaron, que eran unas niñas, con gente mayor como Roge, Adelina, la Ventosera, Juani la del Gonio y muchas más.
Vino Cefe Torres, que, con su sabiduría, bailes y otras cosas el pueblo empezó a andar, todos juntos.
Fueron pasando los años y me encuentro en todas. Hubo veces que lo pase mal, no me suelo amilanar tan fácilmente, me gusta dar la cara y si me paso y tengo que pedir perdón o disculparme no he tenido problemas, antes de que se haga una losa y no se pueda levantar.
En la vida hay cosas buenas y malas, y a los 60 años dejé de trabajar y es que por las noches no descansaba, tenía tanta presión en el cuerpo, y como no soy ambicioso, y no quiero ser el más rico del cementerio, dejé la paleta, pero no para tumbarme en el sofá.
En esto que los curas me ofrecieron para que no me aburriera, encargarme de la gente necesitada, ellos ya llevaban años y como me gustan los retos fuertes y meterme en el fango, coincidiendo una fuerte crisis de trabajo en España cogí mi furgoneta llevando los alimentos a alamedas, pinares y montes, con el malestar de alguna gente, pero no les podía fallar.
Así que, me he tirado 20 años en estas tareas, que sin mi mujer hubiera sido imposible y algunos amigos cuando los he necesitado.
He cumplido con una batalla de mi vida, ha sido dura y muy enriquecedora.
Otra cosa: aunque no he cumplido mi sueño de ser torero, descubrí que escribiendo me sentía mejor y hacía feliz a muchas personas.
Así que os digo a los jóvenes y no tan jóvenes, colaborar en cosas sociales, es lo más grande servir a los demás, te enriqueces tú mismo, conoces a muchas personas.
Siempre encontrareis gente solidaria, como antaño la señora Dolores, vecina nuestra, que algún chorizo nos metió en el puchero, porque por dentro casi no había nada. Y la señora Patro, del tío Rojo, que también se portaba con nosotros y esto no se olvida jamás, no se puede ser feliz si tú estás vestido, comido y otros desnudos sin tener para subsistir.
Queridos jóvenes, implicaros con el pueblo, ayudar al ayuntamiento, que luego vendrán las fiestas y después de estudiar o trabajar os pasareis unas fiestas cojonudas, con cabeza ¡eh! en las peñas, en los bailes. Disfrutar de estos días y luego a trabajar, que no es a pala ni a pico como nos tocó a nuestra generación.
Os deseo a todos unas felices fiestas y
¡VIVA LA VIRGEN DE LA VEGA!
ALFONSO “EL PINDOQUE”

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