A Pepe, el cantalpinés,
que anuncia principios y finales
de festejos y eventos
en las fiestas patronales.
Ya surcó el cielo el primer cohete. Su estruendoso sonido, que se escucha a las puertas del cielo, despierta del sueño al mismísimo portero.
-San Pedro: José, ya está tu tocayo anunciando la fiesta, ya puedes preparar a tu esposa que llegan las flores, los pedidos y la ofrenda. Que luzca las mejores galas, recuerda que hoy viste de charra, es la virgen de la Vega.
-San José: enterado estoy de la fecha, con semejante ruido ni Dios duerme la siesta. Mira que se lo tengo dicho: Pepe, que no son horas estas ,y menos con una bomba, que hasta el Jefe se altera.
-Pepe: Pues no te queda que aguantar tocayo, como esta tengo doscientas.
-San José: Válgame mi esposa, la virgen, ¡qué semana nos espera!
-Pepe: «Tranquilo, que no es para tanto. Peor lo pasa Angelita la Venera. Y tápate bien con el sayo, porque como decía una monja amiga mía: «al señor de las alturas se le ven las colgaduras».
-San José: Anda y que te zurzan. Que te entiendan los que te conozcan.
Y Pepe le contesto con un nuevo cohete. La fiesta ya no tiene marcha atrás.
A Pepe, el Cantalpinés ,con cariño,
que sin ser alcalde o pregonero
disfruta como un niño
bendecido por el clero
avisando a la charanga,
sin saber que, si el no quiere,
-aunque mando no posee-
aquí no hay fiesta que valga.