Quizá es una leyenda. O no…
Es el día de los muertos, poco a poco la tarde va cediendo su espacio a una noche cerrada. Noche de fantasmas, de zombis, de oscuridad, de tinieblas vestidas de luto.
A lo lejos el cielo ronronea; las nubes le susarran al oído que la tormenta aún está lejana. Los destellos de luz en forma de relámpago lejanos así lo confirman.
El viento comienza a mover las pocas hojas que quedan en los álamos; algunas caen lentamente para descansar en el suelo, ya cubierto por muchas de sus hermanas. Sobre ellas se escuchan pisadas. Aguza el oído, unas voces rompen el silencio, el cielo se calla:
Kyrie eleison
Christe elesion
Señor, ten piedad,
Cristo ten piedad.
Los pelos se le erizan, se le hiela el corazón. Encabezan el séquito sus padres , su hermano y hermanas y su novia del alma. Los amigos portan el ataúd.
¿A quien llevan a enterrar? ¿Por qué esta noche? ¿Por qué en horas tan extrañas? Camino del cementerio la comitiva avanza, con el silbido del viento entre las ramas, el ulular de las lechuzas y los cantos religiosos que le machacan la entrañas:
Dies iræ! Dies illa
Solvet sæclum in favilla
Teste David cum Sibylla!
Quantus tremor est futurus…
Día de la ira, aquel día
En que los siglos se reduzcan a ceniza
Como testigos el Rey David y la Sibila
Cuánto terror habrá en el futuro…
La puerta del cementerio se abre como por arte de magia. El camino hasta la sepultura, ya preparada, serpentea entre tumbas y cipreses. Se agudizan los sollozos, los gritos y los llantos, se quiebran las voces en medio del silencio, y multitud de diminutas luces se agitan entre cruces y lápidas, como si se regocijaran por recibir un nuevo huésped.
Cierran la sepultura con una pesada losa.
Se alejan sus padres, hermano, novia y hermanas, también sus amigos y quienes les acompañaban.
Con el cuerpo invadido por el miedo, le pierde la curiosidad y escondido espera, entre los fuegos fatuos y el miasma, a que la gente salga para acercarse a la tumba y averiguar a quién allí han sepultado.
En la lápida con letras negras ve grabado su nombre y la fecha de su muerte. Su cuerpo está enterrado, quien mira la sepultura es su alma.
Un relámpago ilumina el cementerio vacío. Comienza a llover.