El primer día de mayo es costumbre, en muchos pueblos de Castilla y León, colocar en la plaza, en la explanada de la iglesia, ante el frontón, o en algún otro sitio apropiado, un largo tronco de árbol cortado, coronado y adornado con ramas , que recibe el nombre de «Mayo».
En Villoria, el grupo de quintos es el encargado de este acto tradicional, que comienza con la elección de un tronco alto y lo mas recto posible, para proceder después al trasladado hasta su nueva ubicación y comenzar el proceso de «plantación».
Conseguir la verticalidad del mayo era tarea compleja. Tras realizar un profundo agujero a pala y pico, se servían de maromas, cuñas y escalera y, últimamente, tractores y excavadoras. Cuando necesitaban refuerzos solían ser los padres los que echaban una mano.
Este año, esa centenaria tradición se ha roto, y, parece ser, que quiera relegarse al olvido. Desconocemos las razones ; tal vez no hayan podido reunirse todos, tal vez tenían otros quehaceres o, tal vez quieran eso: terminar con la tradición. Al fin y al cabo ya se han adoptado otras como son la de llenar el caseto de basura o reventar la chimenea de leña, que son menos trabajosas y más divertidas.
Quizá ha llegado el momento en el que debemos explicar a nuestros jóvenes qué es una tradición y no poner ese nombre a cualquier muestra de vandalismo.