La vida cambia, evoluciona, pero desde luego que hay cosas y formas de disfrutar que podrían haber seguido. Nuestra infancia estaba libre de pantallas, teníamos que divertirnos de otra manera, estábamos mucho tiempo en la calle y no solamente íbamos a jugar al fútbol o las muñecas.
Cuando veo en el parque de mi barrio a algún niño jugando a algo que no sea digital me trae gratos recuerdos de mis primeros años en el pueblo. Salíamos del cole y las CANICAS era uno de mis juegos preferidos, había varias versiones, el gua y el tri eran los que más se practicaban, todos llevábamos unas cuantas en la mochila pero no todas porque al final si no eras bueno te rispiaban.
La RAYUELA este juego era mixto y muy divertido, pintábamos unos cuadrados con números y había que empujar con el pie saltando a la paticoja una piedra hasta que llegábamos al final.
El BURRO, este juego era un pelín arriesgado y había alguna caída medianamente dolorosa, se hacían dos grupos y unos se agarraban por la cintura agachándose 90 grados y los otros iban saltando encima con la intencion de entrar todos y no volcar.
El ESCONDITE, posiblemente de aquellos juegos el que más se practique a día de hoy, el que más veo jugando en los parques.
EL ESCONDITE CON FLECHAS, está versión trajo al ayuntamiento de cabeza porque llenábamos el pueblo de pintadas y hubo un momento que nos aconsejaron dejar de jugar, lo bonito de este juego es que dábamos vueltas por todos los barrios de VILLORIA.
EL JINQUE, con hierros clavamos en la arena y la intención de los demás era tumbar el palo del otro.
LA PEONZA. otro juego que ha evolucionado con la introducción de peonzas galácticas pero nada que ver con las nuestras, aquellas de madera con el pico redondo o en punta, que unas cuantas nos cargamos cuando las dábamos en la parte de arriba.
EL BALON PRISIONERO, también se jugaba en grupos y consistía en descalificar al equipo contrario que estaba en medio, tirándole balonazos con la mano, si les dabas iban saliendo y si la cogían conseguían vidas para que sus compañeros volvieran a entrar.
EL PAÑUELO, dos grupos y una persona en el medio con el pañuelo, cada persona de ese grupo tenia un número y el del pañuelo lo decía en alto, el más rápido y habilidoso conseguía llegar antes o engañar al contrario y volverse a su sitio sin que el contrario le tocará.
LA SILLA, uno de los más divertidos, se hacía un círculo con sillas y siempre se ponía una menos de los participantes que iban quedando, se ponía música y todos íbamos dando vueltas al círculo, cuando paraba de sonar, había que sentarse lo más rápido posible y el que se quedará de pie descalificado.
LAS CARTAS, dentro de pocos años en los bares no se verá a la gente echando la partida y disfrutando de algo divertido, que activa la mente y sube la adrenalina, cualquiera de sus variables juegos está bien y engancha para siempre.
Luego existían los juegos que se hacían en las fiestas,LAS CARRERAS DE SACOS, LA CUCHARA Y EL HUEVO, BUSCAR LA MONEDA EN EL CUBO etc etc.
Pasan los años, las nuevas generaciones tienen otras inquietudes, la introducción de las videoconsolas y los móviles han dejado a estos juegos aparcados y apenas disfrutan de lo bonito que era juntarse con amigos y pasar las tardes noches en la calle o en el parque divirtiéndose y moviendo el esqueleto, que a diferencia de hoy te sentías activo y no sentado en un sofá cogiendo kilos y perdiendo relaciones sociales, que son fundamentales para tener una vida mas plena y divertida. En fin, la vida cambia, los juegos cambian, los pueblos evolucionan, pero como siempre digo, lo pasábamos mucho mejor antes y sigo pensando que no cambio nuestra infancia y juventud por la era digital de ahora, a ver si este verano inundan los parques y calles de nuestro pueblo con estos juegos tan simples pero a su vez tan enriquecedores…
Javier López Martín