Besana Villoria – Revista digital Besana de Villoria

Las Olimpiadas.

Pasan los días calurosos de verano, cada uno como podemos, vamos lidiando con el calor y los mosquitos, pero para los enamorados del deporte son momentos de tensión, sueños,decepciones y sobre todo esos 15 días que cada cuatro años nos hacen ver deportes que no sabemos ni las reglas, pero que vemos nuestra bandera cubriendo el torso de cualquier deportista y nos venimos arriba. Mis primeros recuerdos de las olimpiadas son las del 88, final de los 100 metros lisos, ganador Ben Johnson y segundo Carl Lewis, esas imágenes no se me borraran nunca, España se traía pocas preseas por aquel entonces, llevábamos pocos años de democracia, se estaban sembrando las bases y sobre todo la preparación de los siguientes juegos, los nuestros, BARCELONA 92.

 El ciclo olímpico, son cuatro años, tenemos la desgracia que se destina poco presupuesto para los deportes minoritarios, nuestros deportistas destacados tienen que buscar patrocinadores o directamente emigrar a otras ligas europeas que les faciliten poder vivir del deporte que aman. Bastante hacemos con lo que tenemos, todos nos ponemos la bandera y animamos hasta quedarnos sin aliento, pero si realmente supiéramos las miserias que han podido pasar muchos de nuestros deportistas olímpicos, valoraríamos aún más sus logros, aunque sean los diplomas. A nadie se le olvidan las gestas más importantes de nuestros atletas, Luis Doreste, Arancha Sánchez Vicario, Antonio Peñalver, Manel Estirarte y su selección de waterpolo, López Zubero, Kiko y la de fútbol del 92, Fermín Cacho, Miguelón Indurain, David Cal, Gervasio Defer, el denostado Urdangarin y la de balonmano, las de hockey hierba y mas recientes como Nadal, Pau Gasol y la FAMILA de basket, nuestra querida y luchadora Carolina Marín, Mireia Belmonte, o los palistas, Cravioto y Markus Cooper, en fin tenemos unos cuantos, pero que muchos de los que se quedan en el camino lo tengan que dejar porque la beca olímpica no les llega para poder dedicarse sólo a entrenar y competir, es muy triste.

 Se crearon los centros de alto rendimiento, que son la cuna de nuestros logros, pero sigo pensando que podríamos ser mucho mejores, porque el gen competitivo lo tenemos y las instalaciones a día de hoy también, nos falta mayor apoyo económico para competir con las potencias mundiales, pero bueno, las alegrías son pocas y seguimos vibrando con las medallas que se traen a nuestra piel de Toro. Los juegos olímpicos modernos, tienen más de cien años y han ido evolucionando, introduciendo disciplinas nuevas, pasando de ser aficionados a ir los mejores deportistas profesionales de todos los modalidades, pero el espíritu olímpico no es conseguir la presea, es apoyar, animar y respetar a nuestro rival ganemos o perdamos. La última muestra, la rival china de Carolina Marín, cuando se lesionó en semis teniendo todo a su favor para ganar. Ya terminan y esperaremos otros cuatro añitos para las próximas, apenas veremos campeonatos mundiales que hay entre medias, pero siempre tendremos la ilusión de superar las medallas de BARCELONA. Atrás quedaron Erik Musambani, ese nadador que casi se ahoga o muchos que reciben la invitación olímpica para que alguien represente a su país, vendrán nuevos medallistas, nos sentaremos en el sofá a sufrir y disfrutar de los nuestros pero para los nostálgicos como yo, me quedo con los recuerdos de esos españoles que conquistaron nuestros corazones consiguiendo preseas en los años que nuestra querida España lo necesitaba, para salir de la depresión económica y social, además de ponernos donde nos correspondía en el deporte mundial.

Os animo a que participéis en los torneos de tenis de mesa y basket que tenemos en VILLORIA para terminar este año olímpico. No se gana un duro en premios,  pero un rato de diversión y risas no va a faltar. Recordad que lo importante es participar…

Javier López Martín

 

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