No sé cómo empezar este artículo, creo que lleva mucha mano de obra y no sé si lo entenderéis. Voy a plasmar a tres pueblos emblemáticos y muy queridos por mí. Me llevo bien con todo el mundo y no quiero echar leña al fuego porque cada uno tiene su diversidad.
VILLORUELA es un pueblo que lo conoce toda España. Han sido unos artesanos de la mimbre muy buenos. Han hecho cuévanos, cestos, cabeceros, tresillos, mesas preciosas para restaurantes de toda España y sillas, jaulas para perros y gatos, yo creo que incluso bozales para chinches. Hasta que se infiltraron los chinos y les metieron un gol por la escuadra. Han vivido muy bien hasta ahora; han trabajado mujeres, hombres, pequeños y ancianos como negros, pero ahora está la copla un poco chunga.
Con mi pueblo digamos, han tenido sus cosas en el pasado no muy buenas que les quiero contar. Creo que siempre han estado más informados que los de Villoria debido a que toda la vida han trabajado en los cuartos oyendo la radio y ojeando un poco la televisión, es obvio que estaban más al día.
Hace muchos años empezaron los problemas. Hay un prado al terminar las parcelas que era de los dos pueblos. Los que gobernaban por entonces, después de una buena cena, se echaron una partida y quien ganara se quedaba con él. Ganaron los de Villoruela y nos lo birlaron.
También teníamos una virgen pequeñita que la compartíamos entre los dos pueblos seis meses cada uno y se entregaba en el Coto, ni metro más ni metro menos, en el Coto. Pero pasó un tiempo y se quedaron con ella. No sé si habría partida de cartas o no, esto es un misterio.
En las fiestas siempre había un tinglao, pero era por faldas o por los partidos de pelota, (que por cierto jugaba mi padre) y todos querían ganar. Por entonces había buenos jugadores. Aquí me reservo quien eran los mejores, no quiero barrer para casa.
Sí que sucedieron cosas que se fueron de las manos y hubo algún palo que otro. Yo era muy pequeño y recuerdo que nos decíamos, porque lo viví: Villorejos patas de conejo y nosotros a ellos Jurdanos patas de marrano, entre otras cosas.
Pero va pasando el tiempo y empezamos a entendernos, de hecho, hay muchas parejas casadas y la mayoría nos hemos hermanado. Ahí lo dejo.
VILLORIA mi pueblo. Con apertura y sencillo, es muy solidario, todo el que viene se queda. Es un pueblo muy emprendedor, aunque en un tiempo nos tocó salir fuera a ganarnos la vida para sacar unas buenas perras y después la mayoría hemos vuelto. Hemos hecho nuestras casas con sudor, lágrimas y sangre y ahora vivimos como dios, y más que cada año nos suben la jubilación. Luego, es un pueblo que le conocen porque produce mucha patata y más cosas, salen camiones como churros para todos los lados. Perfecto hasta aquí, ya volveré.
BABILAFUENTE, diría que ha sido el pueblo más puntero. Yo de pequeño lo veía como una pequeña ciudad, siempre nos hemos llevado de maravilla. Han tenido ferrocarril, silo de grano, fábricas de harina, de ladrillos y de tejas (que las hacían a mano). Una fábrica de gaseosa; el viejo Pavón hacía matanzas que luego las vendía, también un pequeño almacén de construcción que ahora lo llevan los hijos. Fueron los primeros que tuvieron el canal y producían mucho porque tienen buenos terrenos. Se me olvidaba la Fuente del Caño, con agua especial de buena que es, de hecho, aquí venia Alfonso XIII y sus amantes porque las aguas le curaban el pijo y otras dolencias. Venían a veranear al Balneario enclavado en un hermoso paraje de aguas cristalinas y una ladera preciosa, donde se divisan nuestros pueblos. Es decir, han tenido de todo y por eso ha emigrado muy poca gente.
Creo que ha sido un pueblo que se las han aguantado, según me han dicho varias personas para las que he trabajado (haciéndoles las casas) que en Babilafuente se ha vivido muy bien y han tenido muy buenos trabajadores, pero los de los negocios han tenido poca visibilidad de apertura y no han apostado por lo suyo.
En Villoria era distinto; ha habido muchos obreros, pero se lo han currado. De hecho, hay muchos empresarios así que les va muy bien y digo yo que si será la genética. ¡Ahora! que hemos pasado fríos y calores y el sudor ha pasado por nuestros cuerpos, doy fe de ello. Aquí terminó la comida, lo mismo a alguno le hacen daño los postres, pero no quiero herir su sensibilidad, solo quiero sembrar un poco el humor.
Tengo un amiguete en Villoria que es conocido aquí en las Villas más que el Pupas, un salao, como decía mi amigo Tini el Carretero, (que nos dejó) siempre ha sembrado patatas y varias cosas. Vino un año catastrófico y le dijo a otro labrador, vamos a estar con los curas para que mienten en misa las patatas si no, nos arruinamos. Le dijo el otro, esto no es de recibo porque no lo pueden decir ¡Como que no! No mientan “Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo” Menuda propaganda están haciendo a los pastores.
Pues nada se cogieron el pendingue y se fueron a casa de los curas, les expusieron el caso y les daban 6000 euros para que mentaran las patatas en misa. Los sacerdotes les dijeron que eso era un soborno, que no lo podían hacer. No contentos se fueron al obispado y lo mismo, pero ya le ofrecían 12000 euros. Les volvieron a decir que no, que lo sentía mucho, que les entendía, pero no era posible. Les extendió la mano, le besaron el anillo y salieron a la puerta desconsolados y dijo mi amigo, ¡Manda huevos lo que tuvieron que dar los de los corderos! Y eso que no pisan la iglesia.
Villoruela, una recién casada se puso de parto el mismo día que una de mi pueblo y ese día, casualmente, dio a luz una señora negra, ¡Ojo que no veo colores, solo personas! Estaban en la misma habitación, pero la de mi pueblo y la de Villoruela no se miraban porque se habían quitado el novio una a la otra. Llegó el día en que el doctor les iba a dar el alta. Como en aquellos años no les ponían la garipola como a las gallinas, llegó la de Villoruela y se cogió el niño negro y le dice el doctor. ¡Hija! Yo creo que te has equivocado de niño y le contestó con respi. Doctor antes de llevarme el de Villoria me llevo al negrito.
Babilafuente. Hay un matrimonio que tuvo dos gemelos, pero uno era mudo y como creemos en los milagros una mañana de invierno, frio y con niebla, el padre con el niño y un amigo se fueron a Fátima, porque les habían dicho que allí se producían milagros. Yo he estado allí, ¡que valen un cojon el pan y las velas! que luego van a parar al agua de un gran pilón que sirven para otro ¡Como se lo tiene montao la santa madre iglesia!
Por fin llegaron a Fátima y el niño que tenía cinco años iba dormido y su padre sin despertarle le metió directo al pilón, ¡el agua estaba friísima! Nada más que lo metió dijo el niño ¡Ostias que fría está el agua! Y empezó a decir el padre, ¡¡milagro, milagro!! Cogió el móvil llamó a la mujer y loco de contento la dijo ¡Manuela! nuestro hijo ya habla. Y le contestó ella ¡Calla gilipollas! Te has llevado al que habla y aquí has dejado al mudo. Vaya putada que le armó al niño y ella enrabietada le dijo ¡aquí te espero!
Así que los hombres siempre estamos metiendo la pata.
Un abrazo.
ALFONSO “EL PINDOQUE”