Los últimos días de verano han llegado, el calor va perdiendo fuerza dando paso a días más frescos.
En los atardeceres se puede sentir el silencio, la quietud, y la aparente soledad del campo en estos días del año. Sus colores anaranjados dan paso a la noche, que cada vez llega antes.
En el amanecer, se puede sentir el frescor del rocío que deja a las plantas cubiertas de gotas de agua.
Las golondrinas y los vencejos abandonan las calles para iniciar el viaje de vuelta hacia lugares más cálidos donde pasarán el invierno.
Nos despediremos también, de codornices, abejarucos, águilas, entre otros, hasta su llegada de nuevo en primavera.
Aunque el campo no se quedará vacío, ya que vendrán otras aves como quinceras, lavanderas blancas, zorzales y por supuesto, veremos los pasos de grullas que cada año anuncian su llegada con sus cantos y con esas formaciones de vuelo en V en el cielo .
Las lluvias harán acto de presencia con frecuencia, produciendo que en el suelo comiencen a salir nuevos brotes de hierba dando color verde en los campos de cereal, dejando así atrás, el color amarillento del verano. También saldrán las setas, levantando la tierra mojada y dejándose mostrar.
Los árboles caducos, tristes por la despedida del verano, se volverán ocres y dejarán caer sus hojas al suelo fabricando alfombras vegetales. Estos afrontarán el invierno desnudos, esperando la llegada de la primavera para volver a vestirse de nuevo.
El verano dice adiós, y el otoño hace acto de presencia mostrando su gran variedad de condiciones climáticas, habrá una mezcla de días en los que habrá viento, lluvias, sol (con sus veranillos de Miguel y San Martín) , nieblas y al final dará paso a días con heladas.
Es una época de muchos contrastes, de variedad de colores en el campo, de recogida de algunos frutos y siembra de otros, de la salida del humo por las chimeneas de las casas, de sacar de nuevo la ropa de abrigo del armario.
Ha llegado el otoño.
JCS