El viento suave y húmedo del oeste, trajo las nubes blancas que más tarde tornaron en tonos grises cargadas de agua, esperando así al momento de vaciarse.
Las primeras gotas de lluvia van cayendo, rompiendo el silencio al golpear en los tejados y en el suelo.
El agua acumulada en los surcos del tejado, cae hacia el borde, llegando así a la calle, una calle que de repente se volvió más difícil de transitar. Cualquier distancia a recorrer ahora parece el doble cuando lo haces bajo la lluvia, con ese continuo golpear de las gotas.
Las pocas hojas que todavía aguantan en los árboles y las flores que quedan, se impregnan con el agua caída, cargándose y liberándose de ese peso poco a poco.
El campo tendrá una gama de colores y contrates muy bonitos, cambiando sus tonalidades de repente ya que acaban de absorber cada gota de lluvia que caía. La tierra recién arada oscurecerá y en el sembrado, saldrán con fuerza los primeros brotes verdes, iniciando así el nuevo ciclo de aquellos frutos que inician su andadura en esta parte del año.
La lluvia es un fenómeno de gusto contradictorio, un día puede parecerte una molestia, pero al día siguiente puede ser una bendición. Puede ayudarte o puede estar en tu contra. Como suele decir el refrán, “nunca llueve a gusto de todos”.
JCS