La gran mentira del consumismo.

La semana pasada, exactamente el día antes del black friday, fui a llevar a mi hijo a entrenar al ping-pong a 15 km de mi casa, el atasco que había en la A 1 era brutal, más de 45 minutos en llegar, me imaginaba que sería por las ofertas en los centros comerciales que hay en San Sebastián de los Reyes, y me lo corroboró el ir a uno de ellos porque Samuel quería comprar unas zapatillas de baloncesto, jamás había visto el parking y las tiendas tan llenos, la gente empujándose para mirar las prendas de Nike, Adidas y demás marcas, colas que ni doña Manolita, conclusión, merece la pena esta vida, de gastar dinero sin medida en comprar una camiseta. Pantalón, zapatillas, bolso, u otro capricho innecesario para nuestro armario…

Los Americanos nos han conquistado hace años con su forma de vivir, urbanizaciones enormes, y coger el coche para todo, como no hay contaminación ni estrés le echamos más leña al fuego. Cada vez me doy más cuenta del borreguismo generalizado que nos invade, pero la mayor preocupación es que hay familias que se ven mal para comer y pagar un alojamiento, pero se arruinan al comprar el último iPhone o modelo de zapatillas del mercado, mileuristas gastándose 1500 euros en un capricho de ricos y tan felices con su juguetito, en fin a donde vamos a llegar, que es más importante hoy en día, estar a la moda o morirse de hambre, son preguntas que me hago y al final me doy cuenta que este mundo se va a la mierda a marchas forzadas, los redes sociales, el dinero fácil y sobre todo nosotros los padres, ¿Que estamos consiguiendo?. Claramente que nuestros hijos no valoren lo que cuesta ganar un euro, no sabemos decir que no, queremos que no les falte de nada, nos duele decirles que no podemos comprarles esto o que vale mucho ganarlo.La vida coloca a cada uno en su sitio, todos hemos pasado malas rachas, no pasamos hambre pero casi, nos cuesta llegar a fin de mes, valoramos más lo que tienen los amigos y vecinos que como son personalmente. Las charlas en el bar y tomando el fresco siempre tienen un rato para hablar de la casa que ha hecho este, el piso que se ha comprado en Salamanca el otro, o el coche que tiene el vecino. Parece que la importancia de las personas la valoramos por la riqueza que hayan generado en su vida, pues mal vamos si seguimos por ese camino. La amistad es difícil de mantener, pero hacerse nuevos amigos es aún peor. Las clases sociales siguen existiendo y en barrios y ciudades como en la que yo resido aún más.El elitismo está en sus máximos históricos, pero merece la pena querer ser quien no eres, sufrir para tener esto o lo otro con tu sueldo.

Yo hace tiempo que lo tengo claro, las cosas más satisfactorias son las más baratas, los momentos de amistad y risas no tienen que estar regados con el mejor vino y los manjares más caros, para muestra un botón, las fiestas de nuestro PUEBLO, cuanto gastamos en comer y beber durante varios días en una peña que se cae o en una caseta de obra, con ropa sin marca, de polos y petos y las zapatillas más viejas que tenemos… Pero bueno como digo siempre, no soy ejemplo de nada pero creo que deberíamos darle una vuelta a como va este mundo hoy en día y si merece la pena toda esta locura. Ya estamos en Diciembre, el mes de las compras y los desfases en bares y restaurantes, en fin todos tenemos cenas y comidas con familiares y amigos, seguro que el mejor ratito va a estar al calor de la lumbre echando unas risas con mi gente, que es la que me enriquece y no el último modelo de teléfono o de bolso, que lo han fabricado en países tercermundistas, para que lo disfrutemos los capitalistas…

Javier López Martín. 

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Fotos: Pilar Corredera