Estos días oiremos hablar mucho de solidaridad, de paz, de amor, de espíritu navideño, de salud. Nada nuevo en el horizonte. Es el ritual que utilizamos, año tras año, cuando llegan estas fechas.
Lo que sí está empezando a ser sospechosamente nuevo, es el afán que tienen los amigos de lo ajeno por decorar sus casas con los adornos de los demás. Babilafuente, Moriñigo, Aldealengua, y algún que otro sitio donde no haya trascendido la noticia, han visto cómo parte de su ornamentación ha desaparecido por arte de magia o, más bien, de mafia.
Lo fastidiado del caso es que nunca los pillan. Así que, seguirán campando a sus anchas.
!País! (Como diría Forges)
Mientras tanto, Moriñigo, a pesar de los pesares, disfruta de su coqueto árbol de Navidad.