Estoy un poco triste porque el tiempo ha corrido como el viento, también lleno de felicidad, como suele decirse he cumplido con Dios y con la patria.
Han pasado 21 años del comienzo de la andadura, cuando los curas me propusieron ir a recoger comida al banco de alimentos para la gente necesitada. Por entonces los alimentos que se recogían iban destinados a unas familias de rumanos que se habían aposentado en el monte, entre ellos no se respetaban, me llamaban padrecito. Fue entonces cuando empecé a tener el gusanillo, y todas las semanas íbamos al banco de alimentos, la ayuda ha llegado a muchas familias. Ha habido bulos, pero en esta parcela no me gusta entrar, porque los que no hacen nada son los que más critican.
Ha llegado el momento en el que afortunadamente existe menos necesidad en la zona, hay trabajo, si no fuera así, no lo dejaría. Para mí ha sido una gozada, pero todo tiene su final.
El potro desbocado se va amansando, pero lo que está claro es que las puertas de mi casa están abiertas como siempre para las personas en situación crítica.
Hay gente de asuntos sociales que vienen un día a la semana al ayuntamiento y os lo soluciona, y la ropa que me dejáis a la puerta, no lo hagáis porque ya no estoy en esta batalla de tantos años. Yo creo con honestidad que la he ganado, si es verdad que ha habido lágrimas y sonrisas, dolores de cabeza y alguna noche en vela. Pero soy un privilegiado por haber podido ayudar a los demás. También he disfrutado, porque he hecho más cosas y encima se me han quitado las malditas depresiones. Espero dar más guerra en otros lados, porque no puedo estar quieto.
Quiero dar las gracias a todos los que han estado a mi lado. A Javi “Pirundi”, ayudando en todo lo que ha podido, han sido 8 años intensos al mando de la furgoneta, demasiada rotonda, yo no hubiera llegado.
Mil gracias a familiares, amigos y vecinos, que en cualquier momento han estado. Pasándolo muy bien, cuando nos tirábamos 8 o 9 días infernales antes de las navidades para dejar todo preparado para los demás, había calor humano. Pero si hay una persona que se ha ganado mi admiración, ha sido Conchi, mi mujer, con esa sonrisa tan fresca, cercana y humana. Cuántas cajas ha preparado para la gente y fríos ha pasado, parecía familia de ellos, porque la contaban sus historias, cuantas lágrimas han rodado. Porque no hay peor cosa en el siglo XXI que llamar a una puerta para pedir de comer.
Amigos míos con negocios que ahí han estado para colaborar y gente que me ha dado dinero para comprar lo que más se necesitara y otros anónimos, dejando un cheque en la tienda.
También agradecido a los componentes del ayuntamiento, que aprobaron una partida para esta situación.
Me da mucha pena de los amigos que tengo allí en el Banco, porque se han portado muy bien, son muchos años de relación. Ya os iré alguna vez a ver, porque os llevo en el corazón, así que gracias a todos. Y como dice el cantar “Resistiré los años que me queden en este mundo… y si no aquí dejo un fragmento de mi vida. Solo siento si estos jodios curas me ordenan para dar Os… Porque están un poco pachuchos.
Un abrazo.
ALFONSO “EL PINDOQUE”