La iglesia de Villoria algo nos quiere contar.

En corto ✍️

Iglesia de Villoria, ¿qué nos cuentas?

«Pues que me encuentro vieja y cansada. Años llevo herida por un rayo, que dejó mi frente abierta; santo y seña de un milagro, origen de una historia que, con el paso del tiempo, se convirtió en una fiesta.

He sobrevivido a guerras, enemigos insospechados, saqueos descarados.

A tormentas, a vientos huracanados, a granizos, a nieves, a lluvias, a palomas y a cigüeñas. También a verbenas, a fuegos artificiales, a músicas celestiales y terrenales con más decibelios de la cuenta.

¡Ay, si mi veleta y mis saeteras hablaran! Y qué decir del viejo reloj que un día se quedó sin tiempo que contar ni horas que cantar. Y esas campanas que en las fiestas repican de alegría, y doblan, llorando, cuando alguien se queda sin noche y sin día.

Hoy me siento triste, apesadumbrada, todo lo que llevo dentro: ese altar sobrio y austero, ese bello artesonado, ese hermoso arco apuntado. Esas imágenes y pasos, esos altares adosados, esa virgen de la Vega, patrona de rompe y rasga, ven como su casa se deteriora y resquebraja.

Más que de pedir, soy de dar; pero, tal vez, ha llegado la hora de sacar el Cristo en procesión, nunca mejor dicho. Así que, si además de todo lo citado soy un Bien de Interés Cultural, ha llegado el momento de tomar cartas en el asunto y tratarme como tal.

Dice el refrán que a quien Dios se la dé San Pedro se la bendiga. Pues bien, yo soy la casa de Dios y San Pedro llevo por nombre. Pero que nadie se engañe, porque esto no solo va de religión, aquí también entran en juego el arte, la cultura y la tradición.

Dicho queda.

Villorejos, luchad por vuestro patrimonio con fortaleza y decisión».

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