CUANDO EL CIRCO ROMANO SE CONVIRTIÓ EN FACEBOOK

«Juegos de manos a la sombra de un cine de verano, juegos de manos, siempre daban una de romanos»
Ya lo de decía Sabina en su canción. Cuando el cine estaba en pleno apogeo, las películas de temática dedicada al imperio romano eran frecuentes en las salas dedicadas a su proyección. En Villoria tuvimos la suerte de contar con un par de ellas dedicadas a este menester. Primero el Cine Español y más tarde el Capri nos ofrecieron una buena muestra de este tipo de películas. Allí pudimos disfrutar de títulos tan míticos como Ben Hur, Quo vadis o Espartaco, por nombrar algunas de las más significativas. Más tarde, y ya más cercana, tenemos al último gran montaje sobre los descendientes de Rómulo y Remo. ¿Quién no ha visto alguna vez Gladiator? ¡Ay Máximo, Máximo! ¡Qué buen ejemplo a seguir si no fueras un personaje de ficción!

Panem et circenses era el lema que aplicaban los dictadores romanos para mantener contento al pueblo. Pan y circo, comida y diversión para evitar revueltas que complicaran su mandato. En la mayoría de estos circos eran frecuentes las luchas entre gladiadores, actores principales de un espectáculo sangriento que casi siempre acababa con el populacho pidiendo muerte o clemencia para el desgraciado de turno. Al final era la autoridad que lo presidía quien con su dedo pulgar apuntando hacia arriba o hacia abajo dictaba sentencia. Un gesto que todavía crea controversia entre los historiadores. Pulgar hacia arriba o pulgar hacia abajo, nunca el dedo gordo de la mano fue tan importante hasta que nos enteramos que era él quien se comía los huevos que recogían y cocinaban sus compañeros de mano.

Ahora ha vuelto a cobrar protagonismo de forma inusitada en las llamadas redes sociales, concretamente en Facebook. Otra vez el pulgar, otra vez el dedo gordo de la mano, da igual el de la izquierda que el de la derecha, vuelve para dictar sentencia en el nuevo circo mediático que nos ha tocado vivir.
Ahora somos juez y parte, unas veces nos toca ser juzgados y otras juzgar. Todo aquello que publicamos, escribimos o compartimos queda sometido al veredicto de amigos, conocidos, allegados, simpatizantes, enemigos y, por supuesto, de los adictos a dar al dedito sin ni siquiera haber leído el contenido de lo que se publica, simplemente porque les gusta dar al ME GUSTA.
Por contra, todo aquello que se publica es susceptible, o no, de contar con nuestro beneplácito; es de justicia. Ni el mismísimo Manu Chao se hubiera imaginado el alcance que tienen ahora mismo estás dos palabras que él puso de moda en su momento. Pero ¡ojo!, que darle al dedito también tiene su parte anecdótica y negativa, pero esto hoy no toca. CONTINUARÁ.

SPP

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