Estoy en paz conmigo mismo desde que he asumido y aceptado que no puedo gustarle a todo el mundo, porque me he labrado, como persona, mis principios y mis inquietudes. Siempre para mí, cada día ha sido una batalla -digamos agridulce-, porque no es todo tan bueno como yo querría; pero sería un cobarde si tirara la toalla.
Voy a intentar desmenuzar este artículo como lo siento, pero lo mismo pueden darme un aviso o llamarme al orden. Pero es bonito porque hay libertad de expresión.
Y como todos queremos tanto a este pueblo, que somos muy pasionales, pues yo he llegado a querer más a la gente que vive en él que al pueblo y voy a explicar mis razones.
Hace un año, toda la gente estábamos contentísimos porque habíamos tenido una fiesta de lujo, donde creo que todo salió bien. Los que nos gobiernan se lo curraron. Al terminar la fiesta, con la comida de la vaca y las doce uvas, hubo abrazos besos y enhorabuenas, yo hasta me abracé con el batería de la orquesta, que no lo conocía. Todo era amor e ilusión y nuestros ojos chispeaban felicidad.
Estábamos contentos porque hubo de todo, sin altercados, dentro de un orden, haciendo honor a la virgen de La Vega, que es nuestra patrona.
Al siguiente día cada mochuelo a su olivo, había que producir, menos mi mujer y yo que nos fuimos a Benidorm, como muchas parejas, para desconectar una semanita que viene uno nuevo, con las pilas cargadas y lleno de ilusión.
Entra el invierno, ¡cómo corren estos meses! y a los cuatro días están ahí las navidades, sin saber que a los dos meses o tres, empezaba una maldita pandemia llena de veneno, cogiéndonos a todos desprevenidos. Hasta al gobierno, que es su deber legal velar por los demás.
Las personas ya no somos lo mismo, con el confinamiento, sin salir de casa, el miedo en el cuerpo, las fuerzas de orden público hasta debajo de la cama. Te acojona un poco. El gobierno coge las directrices asumiendo su cargo y centralizando todo, que para mí fue lo que mejor hizo. Cada autonomía y ayuntamientos se tiraron a la calle con tractores, vehículos para desinfectar nuestras calles y es de agradecer, que para eso nos gobiernan.
No se si estaría la oposición, es un tema que ellos ya lo han aclarado, porque en la BESANA, ya se han desfogao a gusto, “Yo soy el mejor, tu eres el peor…..” Lo cual, que hemos tenido una movida cojonuda, donde hemos quedado, este gran pueblo, un poco empequeñecido, porque en toda la comunidad y fuera de ella, nos ven como si estuviéramos en el oeste de Arizona. Como el hombre que mató a Liberty Valance, o El bueno, el feo y el malo.
¿Quién es el malo de la película? Supuestamente el bicho, pero al pueblo hay que escucharle, así que en vísperas de las fiestas hicieron un pleno y saltaron chispas, así funciona la política, es muy grave porque tiene que haber trasparencia, apertura y gobernabilidad.
Señoras y señores del ayuntamiento. Cuando se acabó el confinamiento, empezaron a hacer cosas para el verano; veladas en la plaza de toros, con sus seguridades para no contagiarnos. Se contrataron grupos excelentes, disfrutando de ellos y de esas noches maravillosas que el verano nos ofrece. No es que fuéramos muchos, porque el miedo está en el cuerpo, pero entonces no había ningún infectado, porque eso me lo dijo una amiga médica que tengo. Lo que más me extraña es que casi todos los ayuntamientos miman más a los jóvenes que a los mayores, pero no sé si irían a estos eventos cada noche, más de dos docenas de jóvenes.
Bueno, tengo que decir que el ayuntamiento se lo ha currado, ¡Chapó!
Siguen navegando los días, empiezan a salir casos y la gente se va acojonando. Casi todo el pueblo no quiere más fiestas porque en todos los pueblos se habían suspendido por el miedo a los rebrotes y, estaba asumido. Pero el ayuntamiento con su criterio erre que erre, oyendo cosas que yo sufría porque para mí, está mi sangre antes que la política, aunque no esté de acuerdo. No quería identificarme porque es mi sobrino el alcalde y le quiero mucho, hijo de mi hermana Pepa, la cual ha sido como mi segunda madre. Pero no se que pasa que cuando se meten en política no los conoce ni su madre. Hacen sus grupitos y ya no hay ni amigos ni familia, doy fe de ello, o estás conmigo o estás en contra. Viendo esta situación de desprecios, descalificaciones que me hacían daño, le dije a mi mujer: voy hablar con mi sobrino. ¡Ni se te ocurra que la liais! Así que cuatro días antes de la fiesta, que ya había gente tocada, me fui a casa de mi hermana y se presenta mi sobrino. Me iba a salir pero no podía por los comentarios que corrían por el pueblo. Estaba su madre, que yo sabía que estaría sufriendo, porque es su hijo. Le dije, sobrino me puedes dar audiencia, como los reyes y se echó a reír. Diciéndole por favor ¿tienes una hora que tengo que hablar contigo varias cosas? Cuenta, y le empiezo a explicar.
Mi hermana se quería salir y la dije, tranquila que no vengo hacer la guerra. Mi sobrino me comentó que querían hacer unas mini-fiestas: recortes, actividades infantiles y comer la vaca. Que todo estaba en orden y con las medidas de seguridad que les exigían. Yo le dije, ¿no te das cuenta que esto es como un señuelo, un reclamo para los jóvenes, que están deseando salir del toril y “embestir” en el buen sentido de la palabra? Estamos bien, córtalas que eres el alcalde y tienes potestad para hacerlo. Me dijo que todo era política, que por las redes le habían llamado, asesino, mal alcalde, hijo de… y muchas más groserías. Yo le dije que eso estaba muy mal, pero lo hacen los cobardes de los dos bandos, unos dando la cara, otros se la tapan con la “Mascarilla”. Le dije que eso entra en el sueldo y tienes que estar preparado para las críticas y para las alabanzas. Yo no quiero en mi pueblo un muerto por una buena fiesta.
Nos dimos una satisfacción y las fiestas me alegré que las anulasen. Ya vendrán otras y no nos queda otro remedio que entendernos porque casi todos somos de familia, amigos y el camino es muy largo.
A mí los que me quedan, casi todos son de derechas y son unos caballeros. Yo no puedo odiar, sí amar y como somos un pueblo vamos a tendernos la mano, dialogando, porque eso es construir, no destruir y no rechazar, como se están dando casos de personas que han tenido el coronavirus y hay gente que se aparta como si tuvieran la lepra. Nadie está exento de este mal, que mucho miedo y rechazos están sufriendo muchas personas y no nos la demos de humanistas, que ahora es cuando nos necesitan.
Termino diciendo. He tenido dos amigas con el bicho, las llamaba a menudo, dándoles ánimos, nos vimos en el pueblo y lo primero que hicimos fue abrazarnos, pero no nos ha pasado nada, aunque tenemos que hacer caso a los sanitarios, pero nos dio tanta alegría vernos que no pudimos frenarnos. ¡Lo siento!
Así que amigos, no intentemos hacer dos pueblos, porque todos nos necesitamos. Porque hay tres pandemias, la que tenemos del coronavirus, la del hambre, que puede morir más gente que en ésta y la política, vamos a ver que santo arregla este descalabro que tenemos.
Un abrazo.
ALFONSO “EL PINDOQUE”
Sep. 2020