Cuento: EL OSITO OLVIDADO.

Pablito, es un niño que tiene muchos juguetes, aunque hay uno que es especial para él; un osito de peluche que le regalaron sus abuelos en su primer cumpleaños y desde entonces dormía abrazado a su osito al que le puso de nombre Pipo.

Pipo es un oso de color marrón clarito, con un borde rodeándole en color chocolate. Viste un elegante traje azul adornado con una pajarita celeste y blanca. En el centro de su cuerpo hay un círculo con luces de diferentes colores para proyectar en el techo o en la pared mientras salen melodías musicales para que el niño duerma plácidamente.
En los cumpleaños y cuando vienen los reyes magos le regalan muchos juguetes; pero se aburre de ellos enseguida y les cuida poco.
Al final terminan en un cesto de mimbre como trastos abandonados en un rincón de su cuarto. El osito Pipo es uno de esos desafortunados:
Uno de sus ojos le cuelga descosido al igual que la pajarita.
Por una de sus orejas y en una mano hay un pequeño agujero del que se ve salir un poco del relleno. También está un poco garabateado.
¡Pobre Pipo! El osito ahora duerme en el cesto junto a robots, coches, cohetes, trenes…Y, desde allí observa con tristeza a Pablito como juega y duerme con otros juguetes más nuevos.
Ha llegado un nuevo cumpleaños del niño y le han regalado un avión teledirigido entre otros muchos cachivaches. Pablito, va él sólo recorriendo la casa con su avión. No quiere compartir nada con sus amigos; parece más bien, un niño egoísta y caprichoso.
Cuando termina la fiesta de cumpleaños, va a su cuarto y sigue jugando con el avión sin hacer demasiado caso a los demás regalos; ni siquiera ha tocado su bicicleta nueva o el ordenador portátil.

El oso está muy triste, se siente abandonado por su amigo. Recuerda tantos ratos jugando juntos y ahora Pablito, no le hace caso, dejándolo aparcado en el rincón dentro de aquel “cesto del olvido”.
Sólo deja los juguetes cuando está en el colegio. Y cuando llega, va corriendo de nuevo a jugar él solo.
Pablito, cada vez que se va al colegio, deja toda la habitación muy desordenada.
¡Ahora, su mamá, tendrá que recogerlo todo como siempre!
Cuando ya está la habitación limpia y ordenada, la mamá de Pablo revisa el cesto de los juguetes y se siente muy apenada al ver que no están bien cuidados. Saca uno por uno con delicadeza con intención de recuperar alguno de ellos.
Ella, se detiene al ver al osito en tan mal estado y lo recoge para restaurarlo.
Dedicó algún tiempo para dejar al pobre osito cómo nuevo haciéndole algunos retoques diferentes, para que le resultará más atractivo al niño. Cuando ya lo tenía a su gusto y envuelto en papel de regalo, lo colocó sobre la cama con mucho cuidado hasta que Pablito llegara del colegio.
Gracias a los cuidados de Marta, la mamá del niño, Pipo volverá a funcionar de nuevo.

Ella, está muy ilusionada y espera paciente a ver la reacción de su hijo sin decirle nada. Marta, recuerda con una sonrisa muy dulce a su niño desde muy chiquitín con Pipo acompañándolo a donde iba. Así, como por las noches el pobre osito velaba los sueños del pequeño, acompañándole con sus melodías y luces de distintos colores que proyectaba un círculo colocado en el centro de su cuerpecito de trapo iluminando todo el cuarto.
Al volver el chiquillo de la escuela, corría a su cuarto buscando sus juguetes ahora favoritos. Se puso a jugar sin percatarse que el cesto dónde se han acumulado tantos trastos desde hace tiempo quedó casi vacío.
Marta observa sus movimientos desde la puerta sin decir una palabra.
Tras un largo rato de espera sin que el niño se hubiera movido de la alfombra con los juguetes otra vez repartidos por todas partes, Marta se pone muy triste por ver tanto desorden de nuevo y decide acabar con ese desastre. Se acerca al niño y le pide que recoja que ya es tarde.
Un ratito más tarde, se lo vuelve a recordar.
-Pablo ¡Ya es la hora de dormir!
¡Y por fin! en el momento que se va a meter en la cama, ve sobre la misma un nuevo regalo. Lo desembala ansioso por saber, que le espera en el interior de aquel paquete.
Pablito, aunque no reconoce en ese instante al osito se acurruca con él, aunque se queda pensativo porque le resulta familiar.
De pronto mira a su alrededor y descubre que en el cesto de mimbre ya no queda apenas nada de lo que él mismo había ido acumulando.
– Mamá, mamá … ¿dónde están los juguetes del cesto? – gritó impaciente.
Ella esperando la pregunta de su hijo aprovecha a explicarle algunas cosas importantes:
-Cariño, te voy a contar un secreto -. (Se acuesta a su lado y arropándole desvela su secreto con voz amorosa).
Los juguetes hay que cuidarlos para que no se estropeen.
Cuando ya no los queremos se le puede dar a otros niños menos afortunados que tú.
Es muy triste, que en algunos países y ciudades hay muchos niños que no tienen juguetes, ni ropa o tampoco alimentos y están deseando recibir lo que otros ya no quieren.
-Mami ¿son los niños pobres, ¿verdad?
-Siiiii!, Escucha un poco por favor-
También se pueden arreglar las cosas que se han estropeado para poder disfrutar de ellos de nuevo cómo, por ejemplo… Pipo, que con una buena limpieza y algunos retoques vuelve a cobrar vida.
– ¡Y otro secreto!, se juega mejor cuando se comparte con los amigos, disfrutando todos juntos, y si cada uno de vosotros propone sus propias ideas con los demás, será un juego más divertido que si lo hace uno solo. Lo que se llama, trabajo en equipo.
Pablito mira a su mami dándola un abrazo enorme, pero sin soltar a su viejo compañero en ningún momento.
– ¡Me gusta mucho Pipo, gracias mami! ¡Ya siempre le voy a cuidar, te lo prometo! –
Desde esa noche siempre duermen juntos Pipo y Pablito.
Ahora cada mañana, deja con mucho cuidado al oso sobre su cama hasta la hora de volver a dormir. Todas las mañanas ya deja su cuarto más ordenado que de costumbre sin que su mamá le diga nada.
Pablo y su mami, están hoy más contentos que otros días y se dirigen al colegio agarrados de la mano sonriendo y tarareando algunas melodías de Pipo.

Y colorín Colorado… Este cuento ha terminado.

¡Felices y Coloridos sueños!

Lourdes Hidalgo Briones

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