15 de agosto, fiesta en media España, esta semana estoy en un pueblecito de la Sierra de la Culebra, uno de esos que se mantienen por la gente mayor y cuatro jóvenes contados, estos días se quintuplica por qué son las fiestas grandes, uno de tantos pueblos de Castilla que necesita población a voces, pero por desgracia no ocurrirá, las grandes ciudades se lo comen todo.Los jóvenes organizan rutas en bici, a pie, juegos para los niños y mayores, tambien hacen peñas pero a diferencia del nuestro el 90% vive fuera.
Tan mal lo hemos hecho, no hay otras soluciones para que nuestros pueblos tengan vida, seguro que algún sistema podríamos cambiar, para que no desaparezcan y solo se llenen en estas fechas señaladas, pero las soluciones no llegan y cada vez se complica más. En fin que no tiene buena pinta el futuro en la España rural, y no será porque no se vive bien, de lejos mejor que en una gran ciudad, pero al final seguimos hacinados como borregos, en un redil que cada vez está más lleno. La vida me ha hecho conocer y disfrutar del pueblo, sus costumbres, sus gentes y como no de las peculiaridades que solo existen en estos rincones de la España VACIADA.
Siempre estábamos deseando que viniera el verano y con él los jamoneros que llenaban el pueblo, desde julio a septiembre, esos amigos que solo veíamos de año en año, sin hablar con ellos durante el curso porque no había WhatsApp, pero sabías que llegaría el siguiente año y allí estarían, a nuestro lado con nuevas historias y sobre todo con ganas de disfrutar de su pueblo. Bueno tengo que decir que solamente me comunicaba con cartas con uno, y los dos éramos del pueblo pero cada uno en un internado, muchos años después lo seguimos recordando, da la casualidad que ese Amigo de la infancia, de la Peña y sobre todo de la vida, hoy es el que está intentando que nuestro pueblo sea el mejor de España. El otro día nos dijo en la piscina que iba a hacer unos empadronamientos especiales a los jamoneros que queremos tanto a VILLORIA,ojalá contaran para el censo y las ayudas que entran en el pueblo, porque sumarían mucho. Muchos critican a los jamoneros pero realmente son tan villorejos como los demás, la vida les ha hecho emigrar, pero siempre con ganas de regresar al pueblo, para disfrutar de sus amigos y familiares, de sus bares y parajes, del descanso y la paz o simplemente desconectar del día a día. Todos queremos nuestra casita en el pueblo, hacer corroblas con nuestra gente, dar paseos con el fresquito del amanecer y bañarnos en nuestras magníficas piscinas. Emigrar no es fácil, la zona de confort es una maravilla, pero cuando no queda otra, pillas el petate y camino y manta. Todos conocemos historias de la gente que se iba a Suiza, Francia, Alemania, el Pais Vasco, Cataluña,Madrid, Valladolid o al cercano Salamanca. Yo siempre he tenido la inquietud de salir, conocer, descubrir, la aventura es mi motivo de vida, pero muchos tenían que salir a trabajar todo el año de sol a sol para poder mantener a su familia y mandar dinero al pueblo, disfrutaban lo justo y cuando volvían a su querido Villoria traian dos duros en el bolsillo, un traje nuevo y si podían un buen coche para demostrar lo que habían prosperado.
TODOS amamos a nuestro pueblo,los que viven y los que venimos siempre que podemos. Hacemos lo que está en nuestras manos para ayudar a que sea un referente en la provincia, organizando o participando en campeonatos, gastando dinero en nuestras tiendas y bares o simplemente poniendo una talanquera en las fiestas. Quedan aún unos cuantos días para que terminen los días de asueto y disfrute constante, pero muchos como yo contamos los años para dejar de ser jamoneros y volver a ser pueblerinos, VILLOREJOS, que es como nacimos y si Dios quiere moriremos… Espero que todo vaya cambiando y que estos lugares despoblados no desaparezcan, porque son la esencia de nuestra piel de toro y si de algo tenemos que estar orgullosos es de nuestros pueblos y sus gentes, que suman sabiduría y cultura popular además de ser la despensa de el país que tanto queremos y defendemos, pero que por desgracia no es capaz de mantener estas pequeñas urbes, que tanto nos gustan.
Javier López Martín