Dos accidentes en cuatro días y en el mismo sitio, motivo de preocupación.
Afortunadamente podemos dar gracias a que los daños han sido más materiales que personales. Nos estamos refiriendo al cruce de Villoruela. Un cruce al que no vamos a calificar, de momento, de punto negro y más nos vale que nunca tengamos que calificarlo así. El pasado sábado fue una vecina de Villoria la que lo sufrió; una de las causas que se barajan es la falta de visibilidad a causa de la niebla. Hoy, primero de diciembre a la hora a la que ha sido el accidente (3,15), no había ni pizca de niebla ni de otros agentes meteorológicos adversos. La causa de ese nuevo accidente no la sabemos, tampoco ha sido tan importante como para trascender a los medios, pero lo que si es seguro es que ha ocurrido y en el mismo sito que el del sábado.
La carretera que une Cantalapiedra con Encinas de Abajo siempre ha sido una vía con un volumen de circulación más que aceptable. Primero por los importantes núcleos de población que atraviesa, en segundo lugar -antes de contar con la autovía Madrid-porque mucha gente que venía de Madrid a Salamanca, salía en Arévalo con dirección a Salamanca Este y Norte utilizando esta carretera en lugar de la de Madrid y, últimamente, como todos sabemos, por la afluencia de camiones hacia la fábrica de bioetanol en Babilafuente.
Varios eran los inconvenientes y los puntos conflictivos con los que contaba esta vía: En primer lugar su poca anchura y su firme irregular y bacheado y en segundo lugar, una serie de cruces como eran el de la carretera de Madrigal, el de Cantalpino, el de Villoruela que han sido testigos de más de una desgracia.
Estos últimos años hemos visto como se amplió, se echó nuevo firme y muchos de estos puntos se han ido reformando, pero todavía quedan algunos que urge acabar con ellos. Destaca por encima de todos la supresión, del paso a nivel con barreras de Babilafuente y, por supuesto, la regulación del tráfico en las travesías de los pueblos.
Sin restar importancia a las de otros municipios, es nuestra travesía la que ahora nos ocupa y nos preocupa. Es un tema que siempre ha estado en boca de todos pero al que hasta el día de la fecha nadie ha dado solución. Nos consta que todas las corporaciones que ha habido en nuestro pueblo han intentado, de alguna manera, hincar el diente al tema, pero a juzgar por los resultados, debe ser un hueso duro de roer.
El casco urbano de Villoria ha crecido, sobre todo, hacia la zona sur. Hace años, cuando los únicos que tenían que atravesar la carretera eran los animales que se llevaban al corral de concejo y los únicos vehículos que circulaban por nuestro pueblo eran los carros de bueyes, mulas, burros etc. y más adelante la Rubia de los Santos y el coche de D. Pedro el cura, el problema era mínimo o no existía.
Ahora la zona sur de Villoria es una de las zonas más concurridas más pobladas y con más servicios: Centro médico, Piscinas, Pabellón, Campo de Fútbol, Plaza de toros etc. El paso de un lado a otro del pueblo atravesando la carretera es continuo. Esto, unido a la mayor circulación de vehículos-muchos de ellos pesados- hace que el peligro haya aumentado considerablemente. Es obvio que las señales de limitación de velocidad son manifiestamente insuficientes. La recta que va desde la fuente de Alba hasta las naves de Vaqueño es una invitación a correr para cualquiera que le guste pisar el acelerador. El gran problema, a parte de otros, es que por medio está nuestro pueblo y, salvo la prudencia de los conductores, no hay nada que impida pasar a motos, coches y camiones a una velocidad muy superior a la que marcan las señales.
Estos dos accidentes ocurridos en tan breve espacio de tiempo nos han dado pie para reivindicar desde aquí una solución inmediata y práctica para el tramo de carretera que atraviesa Villoria. Urge buscar soluciones, dar pasos adelante y comenzar una serie de actuaciones que pongan fin a este problema.