Yo conozco a un hombre sin móvil. Sí, es cierto. Bueno, en realidad conozco a muchas personas mayores que por motivos evidentes no tienen ni necesitan para nada un teléfono móvil. Yo me refiero a una persona de mediana edad que vive y trabaja en nuestro pueblo, no tiene ningún tipo de deficiencia física ni mental y, sin embargo, no tiene móvil. Esto es un fracaso en toda regla de los comerciales de Movistar, Orange y Vodafone. Si yo fuera directivo de alguna de estas compañías rodarían cabezas de inmediato; no se puede consentir que en el año 2010 haya una sola persona en España que no tenga un móvil…o dos.
Me enteré de este caso inaudito cuando hace unos días tuve la necesidad de contactar con él y pedí su número a un familiar. Cuando me dijo que no tenía móvil pensé que me estaba tomando el pelo, eso al principio, luego me eché a reír directamente. Así que no tuve más remedio que consultar la guía telefónica, sí hombre, ese librito que tiene páginas blancas llenas de nombres y números. Cuando logré encontrarlo en un cajón de casa todavía tenía puesto el envoltorio de plástico.
Y es que el tema me preocupa sobremanera porque este hombre se está perdiendo un montón de posibilidades y emociones que ni se imagina. No sabe lo que significa llamar a tu compañía para solicitar algún servicio y que se abran ante ti un sinfín de alternativas abrumadoras; esa voz en off que te dice: si quiere reparar su móvil pulse «1», si quiere renovar su terminal pulse «2», si es autónomo pulse «3», si tiene una empresa pulse «4», si quiere hablar con un operador pulse «5», si quiere consultar sus puntos pulse «6», si le duele la cabeza pulse asterisco…y así ad infinitum. Eso sí que es una aventura en toda regla, un tratamiento de choque que pone a prueba todas tus facultades mentales. Por no hablar del subidón de adrenalina que recorre tu cuerpo cuando pronuncias las palabras mágicas: «por favor, páseme con el departamento de bajas».
Y qué me decis de esa operadora con voz aterciopelada y melosa que te susurra al oído desde algún lugar de Sudamérica palabras que te producen una verdadera hemorragia de placer: «buenos días, señor X, le atiende María Candelaria de la Pampa y Ayacucho, ¿en qué puede servirle?». De verdad, qué servicio, qué atención, tantas molestias que se toman las pobres: tu voz viaja por el espacio hasta la Argentina y te devuelven todo tipo de amabilidades para decirte que sí, que tu nuevo móvil táctil y de última generación ya está en camino, no desde Argentina, claro, desde alguna tienda de telefonía que está a diez minutos de tu casa. Que el móvil tiene cámara de fotos y video, radio, Mp3 y Mp4, navegador, tarjeta de memoria, sensor de lluvia, avisador de radares, conexión con internet, contador de pulsaciones, análisis de sangre y de orina y, por supuesto, hasta se puede hablar por teléfono. ¿Cómo se puede vivir sin algo así entre las manos? Y si quieres desafíos extremos puedes intentar darte de baja de una compañía telefónica. Este es uno de los grandes retos de nuestra sociedad; se cuentan con los dedos de una mano las personas que lo han conseguido y se han convertido en verdaderos ídolos de masas.
A este hombre hay que ponerle al día inmediatamente y subsanar esta salida de tono intolerable. Nunca sabrá, el pobre, lo que significa recibir mensajes a cualquier hora del día y de la noche, ni disfrutará de la intriga y la incertidumbre que supone escuchar el sonido del móvil y ver en la pantalla «número privado» o «número oculto». Privado, oculto, misterioso….Ah! , no me digáis que no os pone los pelos de punta. Sólo de pensarlo tengo escalofríos.
Hay que tomar cartas en el asunto antes de que sea demasiado tarde. Este hombre no puede seguir sin conocer la sensación que tenemos el común de los mortales cuando descubrimos que hemos olvidado o perdido el móvil en alguna parte. ¡Qué desasosiego, qué desazón! Te sientes completamente perdido, incomunicado, solo en medio de la nada… peor que si te faltara, de repente, un brazo o una pierna.
Sí, definitivamente voy a hablar con él y decirle que no puede seguir así, que es un bicho raro y que la gente va a empezar a hacer comentarios. Que ya se oyen rumores por el pueblo llamándole provocador, asocial, marginado, prepotente, engreído. Y le voy a decir que, si no cambia de actitud, corre el riesgo de convertirse en un hombre libre, sin ataduras, sin cobertura…le voy a decir, alto y claro, que se ha convertido en mi héroe.
EL PÁNCARO.