Como siempre, el final de las fiestas suele ser sinónimo de muchas cosas, entre las que destacan la tristeza, la melancolía y un cierto desasosiego, que en nuestro pueblo se acentúan por el final del verano y el inicio de un nuevo curso a todos los niveles. Comienza un nuevo año de espera, recibido un vez más tras la noche vieja villoreja, después de haber dado buena cuenta del correspondiente guisado de carne que cierra, como es debido, nuestras fiestas patronales en honor a la Virgen de la Vega.
El prólogo a esta fiestas del 2016 estuvo marcado por una amplia oferta cultural donde el teatro fue el gran protagonista con cuatro representaciones. Rumbas, sevillanas, flamenco, fútbol sala, baloncesto y otras actividades completaron esta oferta, regada toda ella con buen vino de la zona. La guinda al pastel la puso KELA (nombre artístico de Raquel), una villoreja que nos deleitó con su bonita voz y un amplio repertorio de canciones.
Las fiestas propiamente dichas comenzaron con el pregón de Agapito García, un pregón que no hemos podido publicar porque fue totalmente espontáneo y atípico, no estaba escrito y a nosotros nos pilló sin grabadora.
Hacer un comentario de cada una de las actividades que se han desarrollado estos días resultaría un poco tedioso y anodino por ser más de lo mismo año tras año. Toros, verbenas, verbenas y toros han sido los protagonistas una vez más, con el colofón de la mal llamada ya «cena de la vaca» –este año si llega a ser la del primer encierro alguno se hubiera tenido que conformar con chupar los huesos-. Lo mejor que podemos decir es que han transcurrido, por regla general, con total normalidad y que no ha ocurrido nada de particular. Los personajes mediáticos y las injerencias exteriores que otros años dieron un poquito de morbo y provocaran los correspondientes chismorreos al respecto, han brillado por su ausencia.
Buen ambiente en las verbenas donde seguimos con esa costumbre que tiene la gente joven de aparecer por ellas cuando a la gente más entrada en años y en kilos nos duelen los pies más que a la compañera de baile de Enrique Iglesias y tenemos que retirarnos a descansar para estar frescos al día siguiente. Esto, por decirlo de una manera suave, distorsiona la imagen de nuestras fiestas para aquellos que nos visitan, dando la idea de que hay menos ambiente del que debiera haber si todos hiciéramos piña. A esto contribuye en gran medida el repertorio que ya traen preparado las orquestas y ese afán por alargar las fiestas con las discotecas móviles. Afortunadamente este año, las orquestas del viernes y, sobre todo la del sábado, no se ciñeron estrictamente a ese juego, algo que se notó en la presencia de gente en la plaza.
Y de la juerga y la alegría pasamos a la que sigue siendo cruda realidad. Como decía nuestro alcalde Julián Barrera en su saludo del programa de fiestas, vivimos tiempos difíciles en los que «aún no hemos podido sacrificar el interés particular en beneficio del interés general». Cuando terminan estas fiestas, seguimos inmersos en un proceso del que solo saldremos cuando aquellos a los que corresponde sean capaces de aplicar ese principio tan básico y razonable al que alude nuestro alcalde pero que, visto lo visto, parece ser muy difícil de aplicar.
Un año más damos las gracias a todos aquellos que hacen posible que todo haya salido bien: Ayuntamiento, comisión de festejos, trabajadores municipales, colaboradores varios y a todos aquellos que con su presencia contribuyen a que así sea y que este año han contado con la siempre necesaria ayuda de un tiempo climatológico que ha contribuido con su mejor versión.
Hasta el año que viene.
¡¡¡VIVA VILLORIA!!! ¡¡¡VIVA LA VIRGEN DE LA VEGA!!!