VILLORIA 2011

PREGÓN DE SEMANA SANTA

VILLORIA 2011
Reverendos sacerdotes, Excmo. Ayuntamiento, Señor Presidente y miembros de la junta de la Cofradía del Santísimo, hermanas y hermanos cofrades y queridos todos, paisanas y paisanos.
Fue una gran sorpresa para mí, cuando me fue anunciado por mi amigo Tasito y posteriormente rubricado por el Presidente de la Cofradía, la propuesta si quería este año dar el PREGON DE SEMANA SANTA.
La verdad que dudé, para aceptar tanta responsabilidad y pensé, ¿me merezco tal elogio?, por lo tanto mi agradecimiento infinito a cuantos habéis confiado en mí.
Mis palabras ¿pueden hacer daño alguno? ¿Y hacer el bien?. Esto es lo que pretendo, hacer el bien, ya que mi corazón fue enseñado por mis padres y educadores para hacer el bien, pero como humano que soy y a la vez débil, algo de mal he hecho en mi vida. No obstante pido perdón a todos los que he podido hacer mal.
En esta narración he procurado no buscar palabras retóricas, pues quiero que mi relato se entienda con la máxima claridad.
Ya en mi querido pueblo de Villoria se ha contado todo o casi todo sobre la Semana Santa, ¿Qué podría yo por tanto, contar sin repetir, aquí y ahora?. Espero que os guste oír mis vivencias, creo que para esto he sido convocado, a comunicaros mi HOSANNA, mi PASION y mi RESURRECCION, los tres pilares fundamentales de la Semana Santa.
Hace 62 años, nací en la calle Travesía Heras de Villoria, octavo de diez hermanos, hijo de Gregorio y de Sabina. Éramos una familia numerosa, pero a la vez muy unida y bien educada.
Siempre fui educado religiosamente y cuando cumplí los seis años ya entré de monaguillo en la parroquia con Don Pedro. Fui algo pillín, claro, esto me lo enseñaron los monaguillos mayores y algunas veces le bebí algo de vino de consagrar que tenía D. Pedro en una botella, subía a la torre a coger los nidos de las palomas y siempre se caía alguna pesetilla del cepillo; pero también, aunque era pequeño tenía que subir a la torre a dar cuerda al reloj que pesaba de lo lindo.
Fui educado culturalmente por mi hermana Conce religiosa de las Clarisas, ya fallecida, pues daba clase a los niños pequeños y de vez en cuando me castigaba porque no quería hacer los deberes que me mandaba. A la edad de seis años entré en la escuela grande, como se decía, y el principal educador fue el buen maestro D. Ciriaco, hasta que con once años vinieron los Padres Paules y consultándole a él y a D. Pedro, propusieron a mis padres llevarme al seminario con ellos.
Hasta los once años viví la cuaresma, yendo todos los viernes por las tardes con los maestros a los «vía crucis», y creo nos gustaban, porque salíamos antes de la escuela. Estos vía crucis eran cantados y de ahí me viene el gusto por cantar en todos los actos de la iglesia.
Por las noches había predicaciones por diferentes religiosos y ¿por qué no decirlo?, algunas veces nos metían el miedo en el cuerpo, sobre todo cuando predicaban el purgatorio o el infierno, ¡era tan duro comprenderlo a esa edad!, pero a mi me impresionaban más cuando predicaban la parábola del Hijo Pródigo, mi corazón se tranquilizaba con tanta ternura.
También por aquel entonces se cantaba el Miserere, entonado por el señor Agustín y Claudio y por cierto a mi me quedó el ¨ritintín¨ como se suele decir.
En el Domingo de Ramos se repartían como en la actualidad, los ramos de laurel y, se cantaba el HOSANNA, primer punto de los tres que al principio consigné.
Cierto es, se celebraba con júbilo la entrada de Jesús en Jerusalén, antesala a la Pasión y Resurrección, como hoy se sigue celebrado. Los chavales por entonces empezábamos a poner a punto nuestras carracas para anunciar los diferentes actos; pues a partir del Jueves Santo, en la celebración de la Cena Pascual y a la hora de cantar el Gloria se repicaban las campanas y ya no se volvían a tocar hasta la Vigilia Pascual, por lo que recorríamos todo el pueblo haciendo sonar nuestras carracas anunciando los diferentes eventos.
El Miércoles Santo por la tarde ya se preparaba el monumento por los matrimonios casados ese año, si mal no recuerdo; hacían limonada y la repartían a todos. Creo era así, de todas formas entre los presentes hay mayores que yo, que lo recordaran con más certeza
Pasamos al segundo punto de mi reflexión, LA PASIÓN.El Jueves Santo, hacia el mediodía se daba de comer a los doce hombres mayores del pueblo, regalándoles un par de calcetines, a los que se les lavarían los pies por la tarde. La comida se la ponían en el Centro de Acción Católica, hoy capilla pequeña, y los miembros que pertenecían a La Acción Católica recogían alimentos para dárselos a los más pobre del pueblo.
Por la tarde se celebraba con gran solemnidad la Institución de la Eucaristía, se llenaba la iglesia e incluso había que abrir los portones de la entrada porque no cabía la gente, se ¿asistía por devoción?, o ¿por temor, dado los tiempos que corrían?. Me hace pensar que la mayoría lo hacíamos por creencia y por ello salían tantas vocaciones religiosas, aunque alguna fracasaran como fue mi caso; eso sí siempre he sido fiel a mis creencias y he pretendido fortalecer mi FE, como principio fundamental de todo cristiano.
Siguiendo la celebración Pascual, se hacía el lavatorio de los pies a los mayores a los que me he referido antes. Al finalizar, como en la actualidad, se llevaba el Santísimo solemnemente bajo palio, hasta el monumento por los hermanos de nuestra querida Cofradía, Digo hermanos porque en aquellos tiempos únicamente formaban la Cofradía hombres, evolución actual para mi muy positiva. Una vez finalizada la Eucaristía o celebración de la Pascua, se llevaba la comunión a los mayores o enfermos , eso sí, asistían más acompañantes.
En esto si quiero hacer hincapié, ¿no es hermoso este gesto?, ¿hemos entendido momentos antes en la celebración de la Pascua o Institución de la Eucaristía el Mandamiento nuevo de Jesús, «amaos los unos a los otros como Yo os he amado»
Por tanto, deberíamos hacer este gesto la mayor cantidad de personas posible, ya que almenos muchos de nosotros podemos hacer una visita al año a nuestros enfermos y mayores, pues lo agradecen de corazón.
Por la noche, como en la actualidad, se celebraba la hora santa, o reflexión sobre la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos y sus últimas horas antes de La Pasión; y una vez finalizada nos quedábamos para velar al Santísimo durante toda la noche.
Recuerdo en estos momentos a los organizadores, entonces pertenecientes a La Acción Católica: como Pepe, Ezequiel, Pedro, Ignacio, Avelino, Ángel, Cesáreo y mi amigo Odón al cual le quedó toda la responsabilidad y ha hecho mucho por la Iglesia y por nuestro pueblo, ¡que gran persona!
Pasados unos años, después de la hora santa, se cerraba la Iglesia, hasta que hace pocos mi querida Cofradía del Santísimo, decidió que se volviera de nuevo a velar toda la noche el Santísimo, ¿no se merece el Señor que se le haga acompañamiento, en recuerdo de sus últimos momentos antes del calvario y reflexionar sobre el amor que nos tiene?
El Viernes Santo, qué principio de día, con el vía crucis de los hombres.
«Caminando hacia el Calvario
Y coronado de espinas
Cargando con mis pecados
Cristo con sufrimiento caminas.
Roto tu cuerpo
Arrastrando en tu semblante
Dolor eterno
Despacio y vacilante
Vas a la muerte
Y yo voy meditando
En cada estación
Tu triste suerte».

¿Hay acto más silencioso y más piadoso que este? Pocos mayores, jóvenes y por entonces niños pues solo había dos vía crucis, el de hombres y el de mujeres, en la actualidad tres con el de niños, se quedaban sin asistir. Me llega al recuerdo, tendría trece o catorce años, estando ya en el Seminario le dije a mi padre que me tenía que preparar una cruz para llevarla.
Y claro que me la preparó, y bien grande, y con nudos, pues me dijo que si quería llevarla tenía que hacer algún sacrificio por todo lo malo que hacemos; tenía toda la razón.
Hasta hace unos años lo preparaba todo mi querido amigo Odón, pero al caer enfermo y ya ser mayor me pasó la batuta que humildemente acepté.
Con qué silencio se camina, cantando de estación a estación por multitud de hombres y a la vez leyendo cada una de ellas por un adulto o joven, preparadas por las personas a las que antes me referí y en la actualidad preparadas por Jeliche.
¿Y las catorce cruces? todos los años los jóvenes y no tan jóvenes quieren llevar una de ellas.
Por todo esto me hago varias preguntas ¿Creemos todos los que asistimos en el mensaje de Jesús?, si es así, como creo, ,¿por qué nos cuesta asistir tanto a otros actos religiosos?; ¿nos da miedo demostrar a los demás que somos creyentes?. Decía Juan Pablo II,: «No tengáis miedo de ser testigos y demostrar a los demás que somos cristianos «. Por eso, no lo sigamos negando como lo hizo Pedro.
Seguidamente a éste, se realizaba como hoy , por las mujeres. En alguna ocasión he asistido a él, y la verdad que también se hace con mucho fervor y sentimiento; muchas veces leídas las estaciones por Cipriana o en la actualidad por Conce con mucho sentimiento.
Tarde del VIERNES SANTO, celebración de los oficios o recuerdo de la crucifixión y muerte de Cristo. Todo se ha cumplido. Reitero el amor que nos tenía y nos tiene, que se dejó clavar en la Cruz. ¿No se merece que sigamos sus pasos?.
Siempre he querido coger los consejos de dos grandes santos. San Agustín y por supuesto de San Pablo. Del primero por su gran sabiduría, ¡el gran Doctor de la Iglesia, con sus innumerables escritos, por citar algunos «las confesiones» o «la FE en lo que no se ve»; ya que en su convicción al cristianismo, no se quedó solo en los milagros que Jesús hizo en su vida pública, que todos vemos como actos excepcionales, sino que decía más, ¿no está haciendo el Señor todos los días esos milagros y muchos mas?. Ahora parece que no los queremos ver. Su madre, Santa Mónica cuado vió a su hijo la gran transformación se dijo: «ahora si que ya puedo morir en paz».
De San Pablo, el gran perseguidor de los cristianos, ni que decir tiene, que de su transformación, salió el mayor de los discípulos de Jesús, y un gran evangelizador de cristianos hasta su decapitación Éste dejó una documentación excepcional, me impresionan sus cartas, sobre todo a los Corintios. Por tanto procuremos leer estos documentos y coger sus consejos, pues nos vendrán bien, para nuestro caminar como verdaderos cristianos.
En la noche, otra gran celebración, la procesión de Santo entierro. Antiguamente precedido por el sermón de las siete palabras.
Siempre ha sido la procesión más multitudinaria que se realiza en el pueblo, mucha gente, quiere coger alguno de los cinco magníficos pasos que sacamos en Villoria. He pensado que dentro del corazón de los villorejos hay FE a raudales, pero nos cuesta demostrarla, ¿no es verdad que queremos ser todos cirineos, cuando vemos la expresión de dolor en el rostro de nuestras imágenes?.
RESURRECCIÓN, tercer punto de mi reflexión.
Cristo ha resucitado, la base fundamental de todos los cristianos. Jesús al final cumple con su promesa para que no vacilemos en sus enseñanzas, y le sigamos sin titubeos.
Hay varios actos que se celebraban y en la actualidad se celebran, pues lo fundamental de los cristianos no puede cambiar.
En la Vigilia Pascual, o resurrección del Señor, se enciende el Cirio, como símbolo de que Cristo está vivo, y es la luz del mundo; repican de nuevo las campanas en señal de alegría; se renueva el agua bautismal y otros signos más; pero me quedo con un acto muy simbólico y tierno, el encuentro de María con Jesús resucitado en la mañana del domingo.
Hasta el momento, no había mencionado a María, figura importantísima dentro de todo lo que he relatado. «Confieso que soy mariano». Esa mujer tierna, dulce, humilde, sufridora y todas las virtudes que se la quieran poner, pues caben todas en Ella, estuvo en todo momento atenta a cuanto ocurría, pero supo aceptar la voluntad de su Hijo. ¿Nos hemos fijado en su rostro, cuando le cambia el manto y le ponen a su Hijo en brazos?; parece se le cambia el semblante de sufrimiento en gozo. No la tengamos en el olvido, pues es la mejor intercesora y la que más nos puede ayudar a comprender todo.
Y como intervención final, les invito a vivir la Pasión de Jesucristo, para fortalecer nuestra Fe como verdaderos cristianos, dando testimonio sin temor, y así, poder gozar de la alegría de su resurrección.
«Abrir puertas y ventanas
En esta mañana gloriosa
Y celebremos alegres
El sonar de las campanas
Cristo ha vencido a la muerte
Aleluya ha resucitado
María se llena de gozo
¿Por qué no todos los cristianos?
Cantemos todos su gloria
Y dejemos la pasión
Pues Cristo nos quiere contentos
Disfrutando de su amor
Por eso con alegría
Villoria ha de celebrar
Esta Semana Santa
Con aptitud fraternal»

¡Gracias a todos por vuestra atención!

Fidel Miguel Manjón

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